Los clásicos perduran y son tales porque despiertan remembranzas nostálgicas o entusiastas de tiempos pasados. Pero hay algunos,los más potentes, que no sólo traen simples recuerdos, logran trascender, pues no hay moda alguna que les reste su vigencia, como esta sencilla canción reflejando todavía, lo poco y nada que ha cambiado en nuestro tercermundista país. De tanto aprisionar bajo la alfombra del libre mercado, todo se acumula hasta desbordar la cuenca de nuestros simples egoísmos. Así, la hermosa revolución secundaria, el vergonzante mundo del sename, una masa de jóvenes cada vez mayor sin opciones, la farsa y la estafa de la educación "superior", y toda nuestra pobreza más cruel, hacen del baile de los que siguen sobrando: perduración y trascendencia. Ello, muy a pesar de los cortes de cintas y las páginas sociales retratando a los mismos de siempre.
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